Euclión, un viejo avaro, encuentra una olla llena de dinero y vive en el constante terror de que le sea robada. De hecho es descubierta y robada por el esclavo de Licónide, joven enamorado de la hija del viejo; pero la muchacha es prometida a un viejo pudiente, Megadoro, que tiene intención de desposarla también sin dote. Cuando al desesperado Euclión vio recuperada su olla, consentirá la boda entre el joven y su hija, hecha madre hacía tiempo por el mismo Licónide.
Que nadie se pregunte quién soy: voy a decirlo en pocas palabras. Soy el Lar doméstico de esta casa de donde me habéis visto salir. Hace ya muchos años que habito en medio de estas paredes y que las poseo; desde los tiempos del abuelo y del padre del que, en la actualidad, aquí reside. Pero resulta que su abuelo me confió, con el mayor secreto, una buena cantidad de oro y, a escondidas de todos, la enterró en medio del hogar y me suplicó que se la guardara. El hombre murió y, ved su avaricia: nunca quiso revelar el secreto ni a su propio hijo. Prefirió dejarle sin recursos —¡a su propio hijo!— antes que indicarle el escondrijo del tesoro. Le dejó un pequeño pedazo de tierra para que viviera, no sin sufrimientos y con toda clase de privaciones. Después que hubo muerto el que me confió el oro, comencé a observar si el hijo me trataría con mayor consideración que su padre. Pero, por lo que a él se refiere, la cosa anduvo todavía peor; cada día se preocupaba menos de mí y de rendirme culto. En respuesta, yo hice lo mismo con él: murió tal como había vivido. Dejó un hijo, éste que vive aquí ahora, que tiene el modo de ser igual al de su padre y su abuelo. Tiene una hija única, que cada día me hace ofrendas de incienso, de vino o de cualquier otra cosa; me obsequia con coronas. En atención a ella, hice que Euclión, su padre, encontrara el tesoro con el fin de poder darla en matrimonio más fácilmente, si la joven quería. Pues ella ha sido deshonrada por un joven que goza de muy buena posición. Este joven no ignora quién es la doncella a la cual deshonró. Ella, en cambio, lo desconoce, y también que su hija haya sido violada. Hoy voy a hacer que el viejo vecino de al lado (señalando la casa de Megadoro) la pida en matrimonio, y voy a hacerlo para que el joven que la deshonró pueda, con facilidad, casarse con ella. Precisamente, el viejo que va a pedirla en matrimonio es tío del joven que la violó, de noche, en la víspera de las fiestas de Ceres. Pero ved ahora al viejo, ahí dentro, dando gritos, como acostumbra siempre. Echa fuera de la casa a su vieja esclava para que no logre saber el secreto. Y pienso que quiere inspeccionar su oro, no vaya a suceder que se lo roben.
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