martes, 17 de febrero de 2009

Aníbal a las puertas de Roma

En Roma al primer anuncio de aquella derrota se produjo en el foro una aglomeración de gente en medio de un gran miedo y alboroto. Las matronas vagaban por las calles preguntando a quienes encontraban sobre el anuncio de la derrota y sobre la suerte del ejército. Y como la muchedumbre se volviera hacia el comicio y la curia a modo de una asamblea numerosa para convocar a los magistrados, por fin no mucho antes de la puesta del sol el pretor M. Pomponio dijo: "Hemos sido derrotados en una gran batalla". Y pese a que de él no se escucho ninguna otra noticia, sin embargo volvían a sus casas llenos de rumores que se transmitían de unos a otros, como que el cónsul había caído con gran parte de sus tropas, que sobrevivían unos pocos, que o andaban esparcidos en su huida por todas partes de Etruria o habían sido hechos prisioneros por el enemigo. Las desgracias del ejército vencido habían llenado de angustia, según el alcance de aquellas a quienes tenían parientes sirviendo a las órdenes del cónsul Gayo Flaminio, pues ignoraban la suerte corrida por cada uno de los suyos; nadie tenía suficnientemente claro si tener miedo o abrigar esperanzas. Al día siguiente y algunos después se apostó junto a las puertas una muchedumbre casi de más mujeres que de hombres aguardando a alguno de los suyos o noticias de ellos; rodeaban a quienes encontraban agobiándolos con preguntas, sin que pudieran apartarlas especialmente los conocidos hasta no haberse enteradop de todo el detalle. Poco después se podía observar las expresiones diferentes de los rostros de quienes se marcharon, según se les anunciara a cada cual noticias alegres o tristes, así como a los que rodeaban a quienes regresaban a casa para felicitarles o consolarles. Las mujeres eran quienes de forma especial expresaban alegría o luto. Una, cuentan, que se encontró de repente a su hijo en la misma puerta y expiró en sus brazos; otra a quien se le había anunciado falsamente la muerte de su hijo, cuando estaba sentada en casa embargada por la triteza, cayó exánime de la alegría al ver el regreso de su hijo.

Enlaces de interés:
Hannibal goes to Rome, comic online
Aníbal en la Wikipedia

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