martes, 19 de mayo de 2009

Pro Caelio


"Llego ahora a dos puntos de la acusación el del oro y el del veneno, que ambos proceden de la misma persona. El oro fue pedido en préstamo, se dice, a Clodia; el veneno se preparó para Clodia. Todas las demás acusaciones no son acusaciones, sino maledicencias, alegaciones hechas más para alimentar la violencia de una disputa que para dar materia a un proceso capital. El ser un adultero, un impúdico, un prevaricador, son injurias, pero no un motivo de acusación: son alegaciones sin fundamento, que no descansan en nada; ultrajes proferidos al azar por un acusador enardecido que no tiene a nadie que se presente aquí a garantizar los hechos. Pero de estas dos acusaciones veo la procedencia, veo al autor; veo un hecho preciso, un cuerpo de delito: Celio tuvo necesidad de oro, se lo pidió a Clodia; lo recibió sin testigos; lo guardo todo el tiempo que quiso: en esto veo una gran demostración de extraordinaria intimidad.


“Toda la cuestión, jueces, que aquí se ventila es con Clodia, mujer no sólo noble sino incluso muy conocida. De ella no he de decir nada que no sea necesario para rechazar la acusación. Pero tú, Gneo Domicio, con tu extraordinaria inteligencia te das cuenta de la que la cuestión es con ella únicamente. Si no fuese ella quien dijese que prestó oro a Celio; si no le acusa de haber intentado envenenarla, sería en mí una gran inconveniencia citar el nombre de una madre de familia sin todos los miramientos debidos a una mujer respetable. Pero si, apartada esta mujer de la causa, no les queda a nuestros adversarios ni acusación ni armas para atacar a Celio, ¿qué debemos hacer nosotros sus defensores, sino rechazar a los que le persiguen? Yo lo haría incluso con más energía, si no me detuviese mi enemistad con su marido, quise decir con su hermano, siempre me equivoco. Pero trataré de moderarme para no ir más allá de lo que exijan mi deber y el interés de la defensa, pues jamás he tratado de ser enemigo de las mujeres y mucho menos de quien se dice ser más bien amiga de todos los hombres que enemiga de alguno.”

Veamos ahora qué explicación se da respecto al veneno. ¿Dónde fue comprado? ¿De qué forma fue preparado? ¿Cómo, a quién y en qué lugar fue entregado? Según dicen, Celio lo tenía en su casa; lo probó en un esclavo que compró para esta prueba y cuya rápida muerte demostró la eficacia del brebaje. ¡Dioses inmortales! ¿Por qué parece que estáis algunas veces en convivencia con los mayores crímenes de los humanos, o por qué cuando un crimen es tan rápido parece que diferís el castigo para un día lejano? Vi, sí; vi y en mi vida jamás un dolor más cruel destrozó mi corazón, vi a Quinto Cecilio Metelo arrancado de repente de los brazos y del seno de la patria; a aquel gran ciudadano que no vivía más que para ella y que tres días antes había aparecido con tanta gloria en el Senado, en los Rostros, en la tribuna, ante los ojos de Roma entera, en la flor de la edad, pletórico de salud y de vigor; le vi inmerecidamente arrebatado a todas las personas de bien, a todos los ciudadanos.

3 comentarios:

Susana y Lorena dijo...

Clodia le presta dinero a Celio,y esta dice que la ha intentado envenenar con un brebaje que antes produjo la muerte a un sirviente.en este caso,Cicerón defiende a su amigo Celio.

EL primer párrafo del texto pertenece a a exposicion en contra del otro acusado, y el tercer párrafo a la conclusión.

En este texto, la técnica de Cicerón esta representada en las partes en las que defiende al acusado con firmeza y realizando preguntas.

Anónimo dijo...

el primer párrafo pertenece al narratio, el segundo párrafo al confirmatio y el tercero al peroratio.

Anónimo dijo...

Clodia acusa a Celio públicamente de intentar envenenarla. Hubo acusación de asesinato y un juicio. El defensor de Celio era Cicerón, y este la trató muy duramente.




José María, Juan Luis y Cristina.